algoritmo en braille

algoritmo en braille
me despierto en un nudo de niebla
un algoritmo en braille

 
se que no estoy solo, hay suspiros
de lamentaciones a mis costados

 
estoy ciego,
los perros de mis ojos no me hablan
me encorvan en su esférico ladrido

 
quedan las huellas de mis palpitaciones,
tengo un segundero que avanza rápido en mi pecho
como una orquesta de martillos

 
los hilos de mi marioneta están en mis manos
me manejo como a una guitarra
sintiendo un coro de suspiros en esperanto

 
no sé si mi sombra tenga
la complicidad de la noche,
no sé si me arremeda
por querer llevar
mi cuerpo hasta la locura

 
siento mi esqueleto enterrado,
un monolito de roca
que merece ser emergido,
sobre mis raíces existe otra ciudad

 
los olanes agitan sus banderas rotas.
¿cuándo morirán los gatos de mi cabeza?

 
miro los pasillos de una prisión
-el tiempo de los presos es circular
como los infiernos de Dante-
 

¿cuál será el tiempo que viven
las mariposas?

 
un guardia puso un objeto en mi mano
estoy seguro que es una llave

 
les propondré una ciudad a los presos
los incitaré al paladar de las flores

los auspiciaré para que miren las estrellas

Somos agua

brisa de carne que se adhiere a los charcos

somos palabras de lluvia que se entibian con los besos

esponjas de sal que se endulzan con la sangre

 

dame un ritmo de tu hueco medusa

para arrojarme bailando a la lengua de tus piedras,

necesito un pretexto para regresar como vaho al sol

31 de mayo de 2017

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Advierto que resurgí de fosas inocentes
de signos lacustres como chinampas,
mis raíces débiles dentro de un frasco con algodón
mi carne tambaleante es una pluma de cuervo
que es escrita por un no sé quién detrás de mí.

Supe nadar tierra adentro como las sanguijuelas.

Con las muelas que me dejó el neolítico
llevé el pan a la mesa con circunspección,
sorbo el café de la tarde mirando el diario con escepticismo.

En la sección de sociales una pareja se casa,
lamemos nuestras heridas hasta volverlas virtuales
para después encajar con algún otro museo de cicatrices
y enamorarnos,
vernos la cara debajo de los labios del otro
como ciegas hormigas que buscan migajas.

Suena mi teléfono y es una señora,
dijo algo acerca de lo loco que aparento
luego se pierde su voz por las grietas de los muros.

Estoy tan solo que al ver hacia adentro
mis ojos se pierden con los peces de mi océano.
Una marea roja de bolsillo palpita en mis entrañas.

Al terminar esto daré vueltas como un taladro
y viajaré al centro de la tierra a encender un cigarrillo.