19 de septiembre

19 de septiembre

«Amigos que nos escuchan, estamos en presencia de uno de los hechos más tristes de la larga historia de nuestra ciudad”

 

Jacobo Zabludovsky

 

sismómetro déjate creer

déjate decir

 

tu voz sola en el silencio

de quien despierta

 

de quien viaja en el metro

de quien anda en los pasillos laborales

 

para luego ser semillas

arrojadas bajo toneladas de edificios

y sembrar su muerte

 

sismómetro si pudieras

avisarnos diez años antes

 

dos veces diez y nueve

dos veces de septiembre

dos veces he nacido para

ser ciudad de México

 

los terremotos abrieron

las sutura y el tezontle

emergió como

un hueso expuesto

 

si ya de por si

la ciudad es una chinampa

que da flores muertas

 

lagrimas encriptadas junto

a las flechas de jade

 

y el lugar de la herida

fue el parto

que me trajo a la nalgada

del sismo a llorar los difuntos

 

tus perros rescatistas aullando en mi silencio

silencio que atraviesa lo que fue la colonia Roma

silencio para oír el grito de rezo enterrado

y ver los puños de los topos en el aire

 

ante la advertencia de un militar

que nos consigna el desahucio

y las cenizas

 

yo era un niño de tres años

respirando polvo y sangre

 

habitando en el extremo

de lo que a grandes leguas desconozco

 

andando en el coche

junto a los enterrados vivos

 

distancia entre la sed y el vaso

el barco y el desierto

 

yo era una flor arrancada

para arrojarme a sus criptas

 

un niño mirando

la rabia de dios a los ojos

 

por entonces no existía

la canción del sismómetro

 

y en el radio no había música

todo era la voz de

Jacobo Zabludovsky

 

ese día fue mi cumpleaños

y mi pastel fue de cantera rota

 

el abrazo

Entre el abrazo tus vidas porque olvido
de ahí partió la llama de la memoria
viajando hasta la cicatriz de los humores
Sin labios no hay amor que resista
Sin bocas que recoger el zumo de las condolencias
Sin ese pavor que se diseque
en nuestros paladares de sangre y almíbar
Entre el abrazo tus uñas
Y el esperma que muere en tu abdomen
los hijos que sonríen a la no existencia

quiero

Quiero poder decirla
Y que los muelles partan
de los barcos ahorcándose
con las amarras
Aunque la voz de las olas
murmuren salvarme
vivo invicto como la gota
que derramó el vaso del océano
Quiero poder hablarla

El no silencio

Dicen que la sombra de
mi lengua es una melodía
Una aparición de Orfeo canturreando
con el arpa
Mis cuerdas bocales se empinan
a un suspiro de canción
Y el eco de un beso que nombra a Eurídice
recordando que aun en su cadáver
entona entre las olas el fantasma
del no silencio

Gatubela

estoy sentado, ansioso, medio hojeo un libro de la tribu Caxcán
que habitaba Aguascalientes hace todavía doscientos años

entre las fotos hay vasijas, jarrones, trozos de flechas de jade
que presentaron restos de veneno en las puntas

timbra, me asomo. Bajo con la trepidación de un latido nervioso,
con la testosterona invadiendo mi aliento
y además con el esfuerzo de bajar dos pisos

-me siento como una horda a punto de tomar una aldea-

cruza la puerta del edificio, miro su falda negra,
una falda de los noventas ajustada casi con calzador a sus caderas,
miro la noche en su blusa también negra y además un pequeño reflejo,
parece gatubela.

subimos, cerramos la puerta, mi perro la ataca con saltos
y latigazos de cola

esperamos unos minutos a que se calme <<Si no le hacemos caso,
empezará a relajarse>>

ella mira algunas fotos, reproducciones de pinturas,
un radio viejo e inservible, el librero.

<<Tienes pocos libros para ser escritor,
¿no se supone que ustedes leen todo el tiempo?>>.

miro sus labios entonar frases como a una pulsión
de un arrecife que se abre y se cierra

algo que quieres tocar con los dedos, la boca, la lengua,
la sombra, el alma

algo que de forma inconsciente quieres que muera
entre tus brazos sin asesinarlo

quizá el amor es una premonición y un deseo de la muerte,
un adelanto minúsculo de lo que ya ha sido
y de lo que quiero que perezca a mi lado

una canción que desaparece en tus oídos
y quieres arrancarla del mundo para hacerla solo tuya.

<<No soy escritor, tengo la neurosis
de llenar las hojas en blanco de palabras,
el vacío me causa ansiedad>>.

se ríe, agita el cabello,
sus tacones altos me recuerdan a los hermosos caballos en los desfiles.
Las tribus caxcanes no usaban caballos ni aún con la llegada de los españoles.

Le doy una cerveza, se rompe una uña al abrirla,
que torpe soy, debí abrirla yo

lleva su dedo a la boca, mira hacia abajo
y el río de su cabello se precipita

la tomo por la nuca, le doy un beso,
sus labios me abrazan como un niño

sus manos me besan los hombros,
de repente somos todo labios
como la nube en pantalones de Mayakowski

pero también latidos, neblina, diecinueve uñas,
no quiero desvestirla porque ya es perfecta
pero mis manos piensan por si solas

soy el mamífero que me ha rebasado,
la tierra que sin decir palabra alguna absorbe un cadáver

las nubes que chocan para inundar la ciudad,
somos naturaleza e instinto,
somos la tribu de dos seres apareándose

en el sexo se abandona la ropa
como si se abandonase el mundo

como si se le quisiera recordar al universo
lo realmente inocentes que fueron Adán y Eva
y lo seguimos siendo nosotros

lo anacrónico, el vacío de un tiempo que se esfuma
y se detiene, de caricias que también se hacían en el neolítico,
en cavernas con fogatas, no hay desfiles de moda para la desnudez

no hay registros históricos de la invención
de la caricia y el beso

-Ya sin ropa ella juega-

se mueve de aquí para allá,
yo soy una flecha envenenada que la persigue,
un chichimeca que va a morir al campo de batalla

su cuerpo lejos de mi es una masa de deseo,
una península de carne que se separa del país de los rapaces

eres cuerpo y sonrisa, latido de vida en un océano de sangre y huesos,
eres cabello y aretes, esferas de desierto que empiezan a doler en mis manos

la recupero, pongo mi boca en su cuello, en los hombros,
en los pezones

los pezones ocultos por milenios, pupilas cegadas por el discurso del pudor,
por el oscurantismo, cubiertos en las pinturas como eclipses,
como mirada de medusas.

sus pechos y yo nos miramos frente a frente,
el lenguaje no verbal ha muerto

somos acto fallido, somos el no consiente,
páginas de psicología ardiendo en llamas,
vida, felicidad, fallecimiento

la saliva es una sola, nuestra tribu cabalga
a pie imitando los caballos españoles

las flechas caxcanes no podían perforar las armaduras,
y aun así resistieron trecientos años

tu y yo somos cota de malla fundida,
pecho contra pecho chocando los escudos

nuestra tribu resiste, quiere ser uno más,
seamos aunque sea el fantasma de un tercero

un tercero que si escriba y que lea más libros que yo,
la proyección de nuestros faltantes,
el hijo de la tribu que nos gobernará cuando lleguemos a viejos.

lo que callo

Hay tantas páginas en blanco
en los huecos de la historia
Soles negros alumbrando
las huellas
Miradas al vacío
de rencarnaciones renunciadas
en la balsa de Caronte
Cenizas de tiempo como arena
bordeando el mar del olvido
Y una palabra en el pájaro
al margen de lo que callo

Tlaloque

De la mirada antigua de las piedras
apiladas en una pirámide mexica
Donde el castellano muere dentro
de un cuenco tlaloque que está a la cabeza
El hombre que miró a medusa recostado
derrama su angustia y sus manos en mi silencio de
la memoria muerta
De mis recuerdos de tezontle
De mis pies ahora cimientos de parroquia