Igual que posesos

La ciudad está de fiesta,
la gente hervida de rojo con el
sabor del mezcal en los labios sonríe,
los cuetes nos claman a alaridos
desde las nubes haciendo esconderse los perros.
Todavía humanos.
Todos,
antes de hacernos arrancar la carne del pecho
igual que posesos.
Antes de orinarnos de júbilo en los pantalones.
Los rostros se besan mordiéndose vibrando sus corazones con la muerte.
Yo escucho las voces arrancarse a gritos
los susurros a gemidos
la noche a los días y luego de nuevo la noche
y así infinitamente como imagino sería el infierno.