Mi corazón.
Un trozo de cobre hirviendo.
Puede perforar una biblia
O hacerte creer unas monedas.
Si le nace una mirada
Crecen alas con el tiempo
O cachos de toro
Y ojos cincelados por la rabia.
En su dialogo hay tantos eclipses
Que de reojo, la ceguera entra
Por los poros.
Muy pocos redoblan el paso
A mis trompetas,
Y yo contento
Los acaricio como a pequeñas
Liebres inválidas.
Pero en su beso hablan los juglares.
Los labios de mi corazón
Tienen espinas de seda
Para amamantar dragones
Igual los amo, igual los desangro.
Los labios de mi corazón van
Sonriendo estrellas y sembrándolas
En los huecos más oscuros
De tu invierno.
Sus oídos son arrecifes
De calcio abiertos a cualquier
Tipo de mareas
Resistentes como dos trozos
De barro seco.
La gente no me escucha
Pero habla
Y yo no quiero hablar
Porque enmudezco.
Cuando tu sonrisa se arroja
Entre las ramas duras de mi inocencia
Y tus piernas me enrollan
Tatuando raíces espesas
A la altura de mi espalda.
Cuando tus pechos
Descansan en mi pecho
Y tus pezones miran a los ojos
Mi corazón.
Cuando nublas la mirada
Enfurecida por mi descuido,
Por mi impúdico olvido,
El nido de avispas
Que tengo de cabeza.
Cuando me palas a besos
Y mis manos son aire
Que desploma un aliento
En tu sexo.